Movimiento Popular La Dignidad







Para construir su matriz ideológica el Movimiento Popular la Dignidad recupera una parte importante del pensamiento político, desde las luchas independentistas, anticolonialistas, indigenistas hasta el marxismo y todos sus afluentes, el guevarismo, las corrientes del feminismo popular y comunitario, el socialismo, lo mejor de los procesos revolucionarios. Ellos entienden el papel significativo que han jugado los sectores más combativos del movimiento peronista expresado sobre todo en la resistencia. Y por supuesto, y con mayor jerarquía, la reivindicación de la lucha de las organizaciones revolucionarias de las décadas del 60 y 70. También, y aquí más cerquita, quieren recuperar nuestros propios aportes paridos al calor de nuestras luchas, desde los 90 hasta ahora.

Pensamiento, en muchos casos, aparentemente desordenado, pero que si buscamos ahí está en las raíces de todas sus prácticas diarias y tal vez la manera que encuentran de construir un pensamiento crítico para entender nuestra realidad es esa, la de combinar lo que nos aporta la historia de las revoluciones de nuestra américa y el mundo con las teorías filosóficas, económicas y políticas que nutrieron esas luchas para hacerlas bucear en la trama de nuestro pueblo.

El MPLD viene de la tradición de lucha que piensa el poder, analiza su complejidad, abre caminos para la construcción del poder popular, pone a confrontar ese poder con las estructuras del régimen, ya desde ahora… pero también y al mismo tiempo va generando todas las herramientas necesarias para derribar el poder hegemónico y ejercer el poder del pueblo.


Origen "Movimiento Popular La Dignidad"

Lo que hoy es el MPLD comienza a organizarse con el nombre "Casa del Pueblo" en el año 1998, en el barrio de Villa Crespo, con la realización de un merendero, apoyo escolar, una biblioteca y reuniones de jóvenes del barrio. Ya en 1999, empiezan a sentirse de manera aguda las consecuencias de la crisis social y política que finalmente desembocará en los levantamientos populares del 19 y 20 de diciembre de 2001. En este marco, cada vez eran más los compañeros/as desocupados/as que buscaban un espacio de participación y de organización. De la mano de la recuperación de un patio barrial municipal en desuso y a partir de la puesta en marcha de una colonia para los niños y las niñas del barrio, comenzó la organización de una asamblea de padres, madres y vecinos y vecinas de Villa Crespo, que planteó la necesidad de luchar por necesidades básicas: trabajo, alimentación, vivienda y todo lo cotidianamente indispensable (zapatillas, guardapolvos, útiles escolares, etc.). Con un petitorio que incluía estos reclamos, marchamos a nuestra primera movilización a Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ganando gran parte de lo que fuimos a buscar. Se comienza a instalar “la lucha y la acción directa como única metodología para obtener lo que nos corresponde y es nuestro”. Luego acamparíamos 21 días en el mismo lugar, reafirmando el crecimiento cualitativo y cuantitativo del movimiento.

La identidad y valentía piquetera se había instalado en todo el país, a partir de las puebladas de Cutral-Co y Plaza Huincul (en la Patagonia) y de Tartagal y Gral. Mosconi (en el norte del país), y la necesidad de coordinación y confluencia se tornaba cada vez más imperiosa.

Participamos de la Asamblea Piquetera Nacional y en ese marco comenzamos a relacionarnos y luego a formar parte del Movimiento Teresa Rodríguez, Regional Capital. Nos unía la concepción marxista del mundo, la tradición de lucha y combatividad, y la caracterización del momento histórico que estábamos viviendo, a lo que se sumaba el compartir -hasta entonces- los mismos criterios de organización, que hacían foco en la democracia de base y en la dinámica asamblearia en nuestros barrios como columna vertebral del movimiento. Además, llevar el nombre de Teresa Rodríguez (compañera asesinada por la represión en la convulsionada localidad patagónica de Cutral- Neuquén) era más consecuente con el carácter que había cobrado el movimiento para entonces. Ese nombre sería una referencia fundamental para los movimientos que surgimos al calor de las resistencias contra el neoliberalismo en los barrios y villas de las periferias urbanas de Buenos Aires.

Participamos activamente de las jornadas de lucha del 19 y 20 de diciembre del 2001 y en numerosos y sucesivos planes de lucha impulsados por las/os desocupados. Durante este proceso comenzamos a vivenciar diferencias en la forma de construcción cotidiana y eso nos llevo a separarnos de esos sectores del MTR, hasta constituirnos como Movimiento Teresa Rodríguez La Dignidad.

En todo este recorrido, fuimos asumiendo que para realizar un profundo cambio en la sociedad resulta necesario dar la lucha desde todas las esferas de la vida, y poder construir políticas desde y junto con todos los sectores del campo popular. A partir de esto, nace la idea de ampliar el horizonte de disputa política, de manera tal que nuestro movimiento sea parte de distintos frentes y territorios de lucha, ya que las luchas estudiantiles, sindicales, por la salud pública, por la vivienda digna, por la educación, entre tantas otras, las tenemos que dar entre todos y todas, para lograr un verdadero cambio integral en la sociedad.

Desde ya, esto no se traduce en deshacerse de la construcción previa, ni mucho menos en apartarse del trabajo territorial.

Por el contrario, apuntamos a la ampliación de la disputa desde una perspectiva de integralidad, logrando abarcar y amalgamar simultáneamente todos los frentes de lucha contra las diversas formas de opresión y/o explotación que padecemos como pueblo. Con este espíritu, con esta historia, y a partir de la confluencia y hermanamiento de numerosos compañeros y compañeras, nace el Movimiento Popular La Dignidad.

Para nosotrxs, el poder popular, o poder popular revolucionario, es un camino de organización y lucha a partir del cual comenzamos a crear hoy las instancias y formas de poder donde el pueblo, lxs trabajadores, lxs oprimidxs, nos expresaremos en la sociedad futura.

Convencidxs de que para liberarnos y emanciparnos tendremos que derrumbar todos los cimientos que sostienen el sistema de dominación actual, capitalista, patriarcal, colonial e imperial. Y crear así un nuevo mundo libre y socialista.

Como Movimiento Popular La Dignidad estamos en la Ciudad de Buenos Aires, Rio Negro, Neuquén, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones, Chaco, Corrientes, Formosa, Catamarca, Mendoza, Tucumán, Salta, Jujuy y en el conurbano, en zona sur, norte y oeste, en la costa atlántica y en La Plata.

Los espacios u organismos en los que es posible ir construyendo ese poder del pueblo son las asambleas, la acción directa, las diferentes formas de lucha callejera (cortes de ruta, de calles, ocupaciones, acampes, bloqueos, huelgas, paros, tomas, etc), la construcción de espacios pre figurativos como los bachilleratos y primarias populares, los jardines comunitarios, los centros de salud popular, las casas de las mujeres luchadoras, los talleres culturales, las radios y TV comunitarias, los periódicos y revistas contra-hegemónicas. Y la combinación de todos estos organismos con la lucha de cada frente: sindical, estudiantil, cultural, juvenil y villero, por nombrar solo algunos. Asimismo, no hay que perder de vista la contextualización coyuntural, es decir, que esta construcción va teniendo diferentes matices y adquiriendo nuevos rasgos y características en relación con la intervención política general, y con sus diversas instancias de confrontación y de mutua articulación.

Desde esta perspectiva, fuimos transitando una metamorfosis sumamente fecunda: poco a poco, la lucha por reivindicaciones inmediatas (centradas en exigirle y arrancarle al Estado alimentos para nuestros comedores y merenderos comunitarios, o fondos para desarrollar emprendimientos productivos en los barrios, sin que ese reclamo implique subordinarnos a los gobiernos de turno) fue ampliándose hacia horizontes más vastos, involucrando cada vez a más sectores y territorios del campo popular.

Comenzamos a asumirnos como un movimiento de carácter popular, no solo por nuestro crecimiento cuantitativo, sino sobre todo por el salto cualitativo que dimos al conformarnos como una organización social, política y cultural, de carácter anti-capitalista, anti-imperialista, anti-patriarcal y anti-colonial. Fue un proceso lento y consensuado en sucesivos plenarios y encuentros de discusión colectiva, a través del cual también fuimos definiendo a nuestra militancia como integral. En los territorios donde a diario peleábamos contra el desamparo, comenzamos a construir espacios y proyectos que, en conjunto, aportasen a la recomposición del tejido comunitario y fomentasen la solidaridad de clase y el rechazo a toda forma de racismo y machismo.

La columna vertebral de todas instancias era y es la recuperación, desde abajo y a la izquierda, de nuestra dignidad como pueblo. No dejamos de apelar a la acción directa para arrancarle al Estado y a los grupos dominantes recursos, ni tampoco menguaron las actividades autogestivas para financiar nuestros espacios (peñas, rifas, bingos, ferias de ropa, polladas, etc.), pero sí comprendimos que debíamos reinventar. Pero incluso cuando lo consideramos necesario, volvimos a nuestras raíces y apelamos nuevamente al clásico piquete.

Somos un Movimiento Político que ha comprendido que las condiciones para la transformación de la sociedad, para la revolución, para el socialismo, no estarán dadas tan solo por las propias crisis del sistema capitalista, sino que nosotros y nosotras, el pueblo organizado, las organizaciones del campo popular, tenemos que ir generándolas con nuestra lucha y nuestra intervención política. Por eso, a medida que analizamos la realidad vamos construyendo todas las herramientas de organización, lucha, intervención política, necesarias para cada etapa y para cada sector de la sociedad.

Así, fuimos creando la Corriente Villera Independiente, a través de la cual generamos la unidad de todas las villas de la Ciudad de Buenos Aires y fundamentalmente la unidad de todos y todas los vecinos y vecinas que viven en ellas, el amor a nuestros barrios, la lucha por la urbanización entendida en todas sus dimensiones, la reconstrucción de los lazos solidarios, el compartir el pan, un pasillo, la vida, impulsando la participación de los vecinos en las decisiones de sus barrios a través de consultas populares, disputando con los punteros la representación de los barrios, entendiendo que si tocan a uno nos tocan a todos, fortaleciendo la identidad del movimiento villero, instalando la reivindicación de nuestro sector en la agenda política como fue el caso de la Urbanización con Radicación en la lucha de la Carpa Villera.

Donde el pueblo manda el gobierno obedece se lee en las paredes de las Villas de la Ciudad, el poder popular lo construimos, lo disputamos y lo ejercemos. Esta construcción se multiplica a nivel nacional a través de la Unión de Villas y Asentamientos de la Provincia de Buenos Aires, la Unión de Barrios en cada provincia con la identidad que aporte en cada territorio.

Así también desarrollamos la organización del frente estudiantil “La Dignidad Corriente estudiantil” y la juventud con un gran desarrollo y crecimiento a nivel nacional, el frente sindical en sus diferentes manifestaciones tanto en la creación de corrientes propias, clasistas, antiburocráticas, combativas como en la unidad en la lucha con todos los sectores del sindicalismo que quieren enfrentar las políticas de ajuste, luchar contra los despidos y exigir los derechos de todos los trabajadores y trabajadoras.

Así mismo somos parte de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, entendemos que allí es posible organizarnos los compañeros y compañeras de las cooperativas, aquellos que nos inventamos un trabajo para vivir sabiendo que la desocupación vino para quedarse, la CTEP es el sindicato de los trabajadores de la economía popular y es desde allí desde donde salimos a luchar por nuestros derechos. También el frente de mujeres cobra una importante relevancia y el electoral a partir del lanzamiento de nuestro propio instrumento “Izquierda Popular”, luego de muchos años de un fructífero debate, parra que nunca más hablen por nosotros y nosotras, para hacer política por nosotros mismos hasta que el pueblo mande.